O cómo surge el hilo conductor de este espectáculo de Narración Oral.
EL PRINCIPIO
El espectáculo Amores, desamores y otros remedios nació a partir de su título más o menos en 2012.
Comencé seleccionando cuentos que ya estaban en mi repertorio general y que hablan del amor en sus distintas etapas, tanto populares, como de autor; también un par escritos por mí.
Llenar de vida una función lleva su tiempo, que no es poco; es un trabajo continuo que crece y mengua. En el listado inicial, que todavía conservo, llegué a sumar hasta quince de estos relatos. Si hago cuentas suman unos 200 minutos. Más de 3 horas.
Algunas de estas historias las conté un par de veces y pronto me di cuenta de que no funcionaban. ¿El motivo? Con casi total probabilidad, la razón fue que mi voz y mi cuerpo no supieron sacar lo mejor de ellas y, en consecuencia, no se ajustaron a mí.
Unas pocas preferí reservarlas para otros espectáculos donde conviven de maravillas con los cuentos allí seleccionados. El resto, las suficientes para llenar 70 u 80 minutos, conformaron durante muchos años este montaje.
Un tiempo más tarde le pedí a Victoria Miralles de Capicor, la diseñadora gráfica con la que siempre trabajo, que me creara un cartel.
El resultado fue precioso.
Y TODO FUE BIEN HASTA FINALES DE 2023
En esos días comencé a programar la 3ª temporada de Cuentos tras el telón, que organiza el Teatro Principal de Alicante. Entre la selección de cuentistas me incluí y seleccioné este espectáculo. La fecha elegida era el 6 de marzo y, dado que dos días más tarde sería una fecha muy señalada, pensé que estos cuentos protagonizados por mujeres serían idóneos.
A partir de ese momento empecé a idear un hilo conductor para las historias, algo que solo tengo en otros dos espectáculos: Amantes Amados y Verbena. Inmediatamente pensé en Ulea, mi pueblo; lugar al que va mi recuerdo cuando trabajo y estructuro una historia; un lugar al que regresa mi memoria creativa. No importa si el relato lo escuché allí durante mi infancia o si lo he leído hace poco; si puedo visualizarla en esas calles, encaja en el espectáculo y conecta conmigo.
Después de dar muchas vueltas (esta tarea puede llevarme semanas o meses), me pareció sugerente contar los preparativos de una boda y que esos acontecimientos me sirvieran para hacer aparecer las distintas historias. También estimé oportuno añadir una fecha exacta, algo que hasta el momento creo que no había hecho. A estas alturas debéis de saber que hay una palabra que me gusta mucho en este contexto: «la víspera». El espectáculo Verbena comienza en la víspera de las fiestas de San Bartolomé, las de mi pueblo, y en esta ocasión Amores, desamores y otros remedios empezaría en la víspera del 5 de agosto de 1964, la noche antes de esta boda.
EL HILO CONDUCTOR
Lo que ocurre ante unos vecinos sentados en el portal de la casa de la novia, a la fresca, da pie a que a la mañana siguiente se recuerde un suceso similar. Aquí entra el primer cuento: “El pelo en la sopa» (que me contó mi madre hace dos o tres años).
Luego llegan las primas de la novia para peinarla, y mientras la acicalan entra el segundo cuento: “El príncipe que no se quería casar” (que leí en una revista y que no he vuelto a encontrar)*. Cuando van a vestirla recuerdan las tardes de costura en la casa de la modista, es el turno del tercer cuento: “Vestida de azul” (incluido en el libro Amantes Amados y escrito por mí).
Al terminar la historia digo que el 5 de agosto de 1964 fue martes y guardo unos segundos de silencio. El público, al unísono dice: “Martes, ni te cases ni te embarques”. Entonces añado: “Boda lluviosa…”, y ellos continúan: “boda dichosa”. Porque ese día llovió. Y este dato me da pie para hablar de más consejos populares hasta que llega el turno del cuarto cuento: “Los dos primos» (escrito por Rafael Aparicio Simón).
Para finalizar aparece el novio y sus amigos por la casa de la novia. Este suceso da paso a la quinta y última historia: “La comadre de Bath” incluido en el libro Cuentos de Canterbury. Es una adaptación y, por descontado, la campiña británica se transforma en la huerta de mi pueblo.
Después de este cuento, y de una hora y media de función, en apenas dos minutos cierro también el hilo conductor, que es perita en dulce pero que no puedo desvelar.
*Como en mi pueblo hay condesa y marquesa, me he tomado la licencia de cambiar los títulos nobiliarios de los protagonistas de los cuentos para que encajen en mi escenario particular.
¿Estreno o reestreno? ¿Tú qué crees?
El día de la función estaba más nerviosa de lo normal. Me asaltaba el miedo a quedarme en blanco con el hilo conductor. Parece mentira, ya lo sé. Soy capaz de recordar historias larguísimas y dudo ante la posibilidad del olvido ante la introducción a cada cuento. ¡Qué cosas!
Dado que en su día vi todos los capítulos de MacGyver, encontré una solución muy digna. ¿De qué color es el suelo del escenario? Y, ¿de qué color es una tiza? A derecha y a izquierda, casi simulando los rayos del sol, escribí una sola frase para cada parte del hilo conductor. Fue suficiente, fue estupendo.
VESTUARIO
Solo quería hablar del hilo conductor de este espectáculo, pero ya que me he puesto…
Hasta ese momento no tenía una ropa específica ni especial para contar estas historias, pero me vine arriba y consideré que la ocasión bien merecía la pena. No todos los días tengo la oportunidad de contar sobre un escenario y el del Teatro Principal es una maravilla.
Reciclé una camisa que no sé cómo acabó en mi armario, quizá me la dio alguna de mis hermanas. El hecho es que le metí a los lados para darle forma de chaleco y cosí unos pespuntes largos con hilo grueso del color de la falda. Precisamente, para elegir la parte de abajo estuve mirando opciones por internet, incluso pensé en coserla yo misma. Menos mal que me decidí a dar una vuelta por las calles del centro de Alicante y entré a Le Paon Blanc, una tienda muy pequeña de trajes de novia y madrina. La dependiente, una joven encantadora, enseguida captó la idea que llevaba en mi cabeza y me ofreció opciones.
Una semana más tarde me presenté de nuevo allí con mi camisa, mis botas y el resto de complementos.
Tendríais que haberme visto la sonrisa.
EL PÚBLICO
La reacción del público —en esas dos ocasiones y en las posteriores— ha superado mis expectativas. Al finalizar nos vamos todos con un regusto blando en los huesos que hace que la sonrisa dure mucho, mucho en la cara.
Es posible que con el tiempo algún cuento deje paso a otros que aparezcan para reemplazarlo, algo muy normal en estos lares. Así es esta profesión, así es la vida misma.
Y esta es la crónica de cómo el espectáculo Amores, desamores y otros remedios ha tomado un nuevo y redondo rumbo.